lunes, 1 de agosto de 2016

Hacia una didáctica de la Lengua y la Literatura

La base fundamental de toda enseñanza es la lengua, aún cuando se trate de transmisión o construcción de conocimientos meramente prácticos, la lengua juega un papel de primer orden. Si se hiciera una comparación con la  informática, la lengua sería el sistema operativo y las demás asignaturas serían simples programas o aplicaciones.
La enseñanza de la lengua estuvo asociada con la retórica clásica, esta a su vez, con la necesidad social de enseñar a leer y escribir, de donde nació la institución escolar. Desde que se empezó a buscar mecanismos para perfeccionar la enseñanza se tuvo en primer plano la enseñanza de la lengua. En principio, la didáctica clásica jugó un papel de primer orden en este sentido y, hasta muy entrado el siglo XX, las limitadas innovaciones  en la enseñanza de la lengua estuvo a cargo de la didáctica general.
Tanto el surgimiento del constructivismo como el nacimiento de nuevas teorías lingüísticas en la segunda mitad del siglo XX dieron un nuevo enfoque en la didáctica de la lengua. Después de mucho tiempo de enseñar normas estructurales y formales recogidas en la gramática normativa las nuevas escuelas lingüísticas se enfocaron en el hablante, de donde emana la evolución del lenguaje. Si bien es cierto que hay que guardar las reglas gramaticales so pena de desarraigo idiomático, tampoco se puede obviar el discurso ni el aporte sociolectal del hablante. De ahí que se hizo necesario, dada la complejidad de la pedagogía de la lengua, el auxilio de la psicología, la sociología y la filosofía para poder hacer frente al reto que significa enseñar lengua. 
La didáctica por sí sola es insuficiente en el proceso de enseñanza de la lengua y, para poder dar respuesta a tal desafío, es necesario que deje de lado la receta clásica de enseñar patrones prefijados y se aboque a buscar fórmulas que la acerquen a los objetos de la enseñanza. Con los aportes de las nuevas disciplinas, la didáctica de la lengua debe encaminarse a entender la capacidad cognitiva del alumno y a la formulación del discurso, valorando las variantes dialectales e importantizar la práctica.   
En tal sentido, Camps y Ruiz (2011) afirman:
En el momento actual, las ciencias que, de un modo u otro, se ocupan de algunos de los aspectos implicados en la enseñanza de la Lengua y la Literatura se han diversificado de tal modo que se hace imposible pensar en la didáctica como un mero proceso de aplicación de los resultados de sus investigaciones a la enseñanza (p. 17).
Concuerdo con algunos autores en que, dada la complejidad de la asignatura, se hace necesario buscar alternativas para su enseñanza. Pero hay que tener cuidado con el eclecticismo. Se debe saber concatenar tanto las corrientes de pensamientos como las disciplinas involucradas.
Hay que buscar el perfecto equilibrio entre pedagogía, escuelas lingüísticas y disciplinas auxiliares, puesto que hoy día, si se revisan los currículos educativos de los países hispanohablantes se encontrará con una disparidad entre los modelos didácticos de la enseñanza de la lengua, que no necesariamente responde a factores como las variantes dialectales, sino más bien a un capricho de las autoridades educativas de cada país de escoger o combinar modelos al azar.
En República Dominicana, por ejemplo, en el programa de la asignatura de Lengua española, unidas a una fundamentación teórica constructivista, existe una combinación de tendencias ligústicas incongruentes entre sí. Lo que hace difícil un buen proceso de enseñanza-aprendizaje de la lengua. Pienso que, respetando los aportes lexicales de cada sociedad o región de habla hispana, se debe elaborar una nomenclatura común y universal para la enseñanza de la lengua española.

En el siguiente enlace se puede observar lo que piensa Bartolo García, uno de los lingüistas más respetados de la región, sobre la didáctica de la lengua y sobre la problemática del mal enfoque que tiene la misma en nuestro país:


Willian Fernández Lamí.