domingo, 6 de noviembre de 2016

Innovación educativa: una práctica de moda
Willian Fernández Lami

La palabra de moda en el mundo posmoderno es innovación. Lo que sólo era constante en el ambiente del diseño pasó a serlo también en los demás sectores. En cualquier campo de la actividad humana se renueva o se pretende renovar todo o parte del andamiaje que lo compone, con intervalos de tiempo cada vez más cortos. Ello es así porque, muchas veces, la sociedad lo demanda o simplemente por una cuestión de competencia mercadológica.
El campo educativo también abordó el tren de la innovación y ha sido uno de sus pasajeros más destacado en los últimos años. Es muy común escuchar hablar de cambios en el sistema educativo de cualquier país. Se están reinventado los modelos educativos, las teorías, los currículos y hasta la estructura interna. La moda es el cambio y por ello hay que innovar; la sociedad lo exige.
Con esta reseña se busca resumir y comentar el capítulo “La innovación educativa” del libro “Innovación y cambio en las instituciones educativas” de Miguel Zabalza y  María Zabalza. Aquí se analiza y  se opina sobre la forma en que estos autores enfocan este tema.
Los autores introducen el capítulo abogando porque la innovación educativa sea más planificada aunque sea más lenta. A su juicio, cuando la sociedad es convulsa, como ahora, la educación tiene que ser sosegada y viceversa. La educación está volátil, al igual que la sociedad actual y para que los cambios sean significativos deben ser más pensados.
Que no es innovar (innovar no)
Los autores destacan varios aspectos o ejemplos de lo que no es innovación:
Innovar no es solo hacer cosas distintas. Para que haya verdadera innovación el cambio debe significar mejoría. Al contrario de los que algunos piensan, el cambio por sí solo no necesariamente es positivo; lo práctico sería vincular siempre el concepto de cambio con los resultados.
Los cambios deben ser escalonados y sucesivos para que los actores involucrados se vayan adaptando y para que los mismos sean más efectivos en función de sus resultados.
Las innovaciones burocráticas, las que son introducidas por los organismos superiores, casi siempre atienden a aspectos formales y las respuestas siempre son también formales. Es lo que sucedió con los Proyectos Educativos, las instancias superiores lo introdujeron y las escuelas lo adoptaron, pero sin involucrarse mucho.
A juicio de los autores, cuando hablamos de innovación no debemos confundir lo sustantivo con lo adjetivo. En educación sucede con mucha frecuencia que algunas palabras son muy cargadas semánticamente, lo que hace que sus respectivos significados se desvirtúen. Un ejemplo de ello es la palabra “innovación” a la que se le ha atribuido todo lo relativo a lo bueno, por eso se confunden los términos “buen profesor”  y “profesor innovador”.
Al profesor debe exigírsele que sea profesor primero, como condición principal, y después, como condición adjetiva y opcional, que sea innovador. No siempre el profesor innovador es el mejor. Hay docentes que son críticos ante el cambio y no necesariamente significa que son malos profesores. Los autores no pretenden con esto afirmar  que la innovación es mala, sino desmitificar la creencia generalizada de que innovar siempre es bueno y lo contario es absolutamente malo.
Qué es innovación (innovación si)
Los autores analizan la semántica de la palabra “innovación”, y expresan que, in-nova-ción significa introducir cambios nuevos en algo viejo a través de un proceso o acción que conduzca a la mejora. Los cambios deben de justificarse, no son espontáneos y necesitan planificación previa.
El profesional para ser innovador debe aplicar tres condiciones: apertura, actualización y mejora. La apertura consiste en la flexibilidad que debe tener todo profesional para aceptar los cambios. La actualización tiene que ver con la adaptación y preparación para trabajar con lo nuevo. La mejora debe estar ligada siempre al proceso de innovación, no tiene sentido una innovación para empeorar las cosas.
Para que haya innovación educativa se debe cumplir con cuatro elementos o recursos básicos: estructura, información, evaluación y formación. La estructura se refiere a la persona o equipos de personas que se encargan de promover lo nuevo y velar para que se hagan los cambios. La información consiste en las aclaraciones, reuniones y todo lo relativo a dar a conocer en qué consisten los cambios. La evaluación sirve para saber si los cambios están dando buenos frutos, para mejorarlo, reorientarlos, continuarlos o cambiarlos. Por último, la formación consiste en preparar a las personas que van a introducir los cambios para que sepan lo que están haciendo.
A decir verdad, pocos autores tienen una visión tan clara y tan crítica sobre la innovación educativa como los escritores de este libro. La mayoría de los teóricos que tratan este tema lo hacen casi siempre como promotores del mismo. Por ejemplo, Imbernón (1996) la define de la siguiente manera: “La innovación educativa es la actitud y el proceso de indagación de nuevas ideas, propuestas y aportaciones, efectuadas de manera colectiva, para la solución de situaciones problemáticas de la práctica, lo que comportará un cambio en los contextos y en la práctica institucional de la educación”.
Como se puede ver,  para Imbernón la innovación es una solución y esto solo es una muestra de lo que se piensa sobre la misma. La mayoría de los que escriben sobre ella la presentan como la panacea que va a resolver todos los males de la educación en sentido general. Por ello me resulta interesante la postura de Miguel Zabalza y  María Zabalza sobre este tema, ya que presentan los pros y los contras y se enfocan más en los resultados que en la innovación misma. Concuerdo totalmente con ellos, comparto su punto de vista y pienso que es una de los mejores tratados que he leído sobre esta temática.


Bibliografía
Imbernón, F. (1996). En busca del Discurso Educativo. Edit. Magisterio del Río de la Plata, Buenos Aires - Argentina.

Zabalza, M., Zabalza Cerdeiriña, M (2012). Innovación y cambio en las instituciones educativas. Argentina: Homo Sapiens Ediciones. ProQuest ebrary. Web. 26 marzo 2016. 

sábado, 3 de septiembre de 2016

El canon literario hispánico. A juicio de José María Pozuelo Yvancos, en la literatura hispánica existe una suerte de hermandad o fuerza centrípeta que hace que los autores hispanos, ya sea por razones ideológicas, políticas, religiosas, se sientan identificados con un tronco común. Afirma que esa unidad se fundamenta en seis factores determinantes: 1-El primer factor de unidad fundamental ha sido el Quijote de Cervantes. 2-El de los centros que con el nombre de Instituto Cervantes hay distribuidos por todo el mundo de habla no hispana. 3-La profunda influencia que en tiempos posteriores al Quijote se ha dado entre la literatura escrita. 4-Los múltiples intercambios, a menudo forzados por los exilios, tanto de españoles en América como de los escritores americanos en España. 5-La creación de la Asociación Internacional de Hispanistas. 6-La actividad editorial. No obstante, no solo la unidad monolítica que presenta la literatura hispánica ha llevado a la consolidación del canon hispánico; la imposición que han hecho las autoridades gubernamentales y educativas con la conformación literaria del currículo ha contribuido a ello. Ya sea por cuestiones políticas o socioculturales, se nota un miedo a perder la identidad cultural hispánica, por eso abundan en el currículo de secundaria la lectura de los “clásicos” hispánicos. Pero ¿qué es un libro clásico? ¿Acaso la obra bien valorada por la crítica literaria? A juicio de Borges, un libro clásico no es aquel que presenta ciertos méritos, sino aquel que las generaciones siguen leyendo como si se tratara de un libro sagrado. Para el maestro de ficciones, cualquier escritor desconocido puede escribir una obra maestra. Ante tales posturas prefiero ser un poco ecléctico y me inclino tanto por la opinión de Pozuelo en cuanto a que el canon hispánico debe abrirse al mundo y a lo contemporáneo, y al mismo tiempo, por la concepción borgeana de libro “clásico”. Willian Fernández

lunes, 1 de agosto de 2016

Hacia una didáctica de la Lengua y la Literatura

La base fundamental de toda enseñanza es la lengua, aún cuando se trate de transmisión o construcción de conocimientos meramente prácticos, la lengua juega un papel de primer orden. Si se hiciera una comparación con la  informática, la lengua sería el sistema operativo y las demás asignaturas serían simples programas o aplicaciones.
La enseñanza de la lengua estuvo asociada con la retórica clásica, esta a su vez, con la necesidad social de enseñar a leer y escribir, de donde nació la institución escolar. Desde que se empezó a buscar mecanismos para perfeccionar la enseñanza se tuvo en primer plano la enseñanza de la lengua. En principio, la didáctica clásica jugó un papel de primer orden en este sentido y, hasta muy entrado el siglo XX, las limitadas innovaciones  en la enseñanza de la lengua estuvo a cargo de la didáctica general.
Tanto el surgimiento del constructivismo como el nacimiento de nuevas teorías lingüísticas en la segunda mitad del siglo XX dieron un nuevo enfoque en la didáctica de la lengua. Después de mucho tiempo de enseñar normas estructurales y formales recogidas en la gramática normativa las nuevas escuelas lingüísticas se enfocaron en el hablante, de donde emana la evolución del lenguaje. Si bien es cierto que hay que guardar las reglas gramaticales so pena de desarraigo idiomático, tampoco se puede obviar el discurso ni el aporte sociolectal del hablante. De ahí que se hizo necesario, dada la complejidad de la pedagogía de la lengua, el auxilio de la psicología, la sociología y la filosofía para poder hacer frente al reto que significa enseñar lengua. 
La didáctica por sí sola es insuficiente en el proceso de enseñanza de la lengua y, para poder dar respuesta a tal desafío, es necesario que deje de lado la receta clásica de enseñar patrones prefijados y se aboque a buscar fórmulas que la acerquen a los objetos de la enseñanza. Con los aportes de las nuevas disciplinas, la didáctica de la lengua debe encaminarse a entender la capacidad cognitiva del alumno y a la formulación del discurso, valorando las variantes dialectales e importantizar la práctica.   
En tal sentido, Camps y Ruiz (2011) afirman:
En el momento actual, las ciencias que, de un modo u otro, se ocupan de algunos de los aspectos implicados en la enseñanza de la Lengua y la Literatura se han diversificado de tal modo que se hace imposible pensar en la didáctica como un mero proceso de aplicación de los resultados de sus investigaciones a la enseñanza (p. 17).
Concuerdo con algunos autores en que, dada la complejidad de la asignatura, se hace necesario buscar alternativas para su enseñanza. Pero hay que tener cuidado con el eclecticismo. Se debe saber concatenar tanto las corrientes de pensamientos como las disciplinas involucradas.
Hay que buscar el perfecto equilibrio entre pedagogía, escuelas lingüísticas y disciplinas auxiliares, puesto que hoy día, si se revisan los currículos educativos de los países hispanohablantes se encontrará con una disparidad entre los modelos didácticos de la enseñanza de la lengua, que no necesariamente responde a factores como las variantes dialectales, sino más bien a un capricho de las autoridades educativas de cada país de escoger o combinar modelos al azar.
En República Dominicana, por ejemplo, en el programa de la asignatura de Lengua española, unidas a una fundamentación teórica constructivista, existe una combinación de tendencias ligústicas incongruentes entre sí. Lo que hace difícil un buen proceso de enseñanza-aprendizaje de la lengua. Pienso que, respetando los aportes lexicales de cada sociedad o región de habla hispana, se debe elaborar una nomenclatura común y universal para la enseñanza de la lengua española.

En el siguiente enlace se puede observar lo que piensa Bartolo García, uno de los lingüistas más respetados de la región, sobre la didáctica de la lengua y sobre la problemática del mal enfoque que tiene la misma en nuestro país:


Willian Fernández Lamí. 

miércoles, 20 de julio de 2016

Bienvenidos

Este es un espacio eminentemente didáctico, que busca aportar y reforzar algunos conocimientos acerca de la didáctica de la Lengua y la Literatura. Se basa en estudios, investigaciones, publicaciones y experiencias con respecto a la enseñanza de la asignatura de Lengua Española y Literatura. 
Es un Blog pensado para estudiantes de secundaria o del bachillerato, estudiantes universitarios y profesores del área de Letras. Es un aporte tanto a la enseñanza como al aprendizaje de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura.