Hacia una didáctica de la Lengua y la
Literatura
La
base fundamental de toda enseñanza es la lengua, aún cuando se trate de
transmisión o construcción de conocimientos meramente prácticos, la lengua
juega un papel de primer orden. Si se hiciera una comparación con la informática, la lengua sería el sistema
operativo y las demás asignaturas serían simples programas o aplicaciones.
La
enseñanza de la lengua estuvo asociada con la retórica clásica, esta a su vez,
con la necesidad social de enseñar a leer y escribir, de donde nació la
institución escolar. Desde que se empezó a buscar mecanismos para perfeccionar
la enseñanza se tuvo en primer plano la enseñanza de la lengua. En principio,
la didáctica clásica jugó un papel de primer orden en este sentido y, hasta muy
entrado el siglo XX, las limitadas innovaciones
en la enseñanza de la lengua estuvo a cargo de la didáctica general.
Tanto
el surgimiento del constructivismo como el nacimiento de nuevas teorías
lingüísticas en la segunda mitad del siglo XX dieron un nuevo enfoque en la
didáctica de la lengua. Después de mucho tiempo de enseñar normas estructurales
y formales recogidas en la gramática normativa las nuevas escuelas lingüísticas
se enfocaron en el hablante, de donde emana la evolución del lenguaje. Si bien
es cierto que hay que guardar las reglas gramaticales so pena de desarraigo
idiomático, tampoco se puede obviar el discurso ni el aporte sociolectal del
hablante. De ahí que se hizo necesario, dada la complejidad de la pedagogía de
la lengua, el auxilio de la psicología, la sociología y la filosofía para poder
hacer frente al reto que significa enseñar lengua.
La
didáctica por sí sola es insuficiente en el proceso de enseñanza de la lengua y,
para poder dar respuesta a tal desafío, es necesario que deje de lado la receta
clásica de enseñar patrones prefijados y se aboque a buscar fórmulas que la
acerquen a los objetos de la enseñanza. Con los aportes de las nuevas
disciplinas, la didáctica de la lengua debe encaminarse a entender la capacidad
cognitiva del alumno y a la formulación del discurso, valorando las variantes
dialectales e importantizar la práctica.
En
tal sentido, Camps y Ruiz (2011) afirman:
En
el momento actual, las ciencias que, de un modo u otro, se ocupan de algunos de
los aspectos implicados en la enseñanza de la Lengua y la Literatura se han
diversificado de tal modo que se hace imposible pensar en la didáctica como un mero
proceso de aplicación de los resultados de sus investigaciones a la enseñanza
(p. 17).
Concuerdo
con algunos autores en que, dada la complejidad de la asignatura, se hace
necesario buscar alternativas para su enseñanza. Pero hay que tener cuidado con
el eclecticismo. Se debe saber concatenar tanto las corrientes de pensamientos
como las disciplinas involucradas.
Hay
que buscar el perfecto equilibrio entre pedagogía, escuelas lingüísticas y
disciplinas auxiliares, puesto que hoy día, si se revisan los currículos
educativos de los países hispanohablantes se encontrará con una disparidad
entre los modelos didácticos de la enseñanza de la lengua, que no
necesariamente responde a factores como las variantes dialectales, sino más
bien a un capricho de las autoridades educativas de cada país de escoger o
combinar modelos al azar.
En
República Dominicana, por ejemplo, en el programa de la asignatura de Lengua
española, unidas a una fundamentación teórica constructivista, existe una
combinación de tendencias ligústicas incongruentes entre sí. Lo que hace
difícil un buen proceso de enseñanza-aprendizaje de la lengua. Pienso que,
respetando los aportes lexicales de cada sociedad o región de habla hispana, se
debe elaborar una nomenclatura común y universal para la enseñanza de la lengua
española.
En
el siguiente enlace se puede observar lo que piensa Bartolo García, uno de los
lingüistas más respetados de la región, sobre la didáctica de la lengua y sobre
la problemática del mal enfoque que tiene la misma en nuestro país:
Willian Fernández Lamí.
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